martes, 1 de mayo de 2012

Hambre De Gol: Crónicas del Fútbol Real


Por Carlos Pazzuti
Periodista Deportivo enviado del NDI

Una vez más me encuentro aquí, en el verde (concedámosle graciosamente este adjetivo al barro ocasionalmente interrumpido por breves matas de césped amarillo y languideciente que conforma la superficie de la cancha donde me encuentro) césped de la cancha del glorioso, histórico Club Atlético Finisterre de Villa Randazzo, emplazado en el corazón del barrio que le da nombre a esta ilustre institución, en la intersección de las calles Cabamaba y Krieger Vasena, en algún lugar del Gran Buenos Aires (amaría darle más detalles pero no pude hacer más que rezar en el trayecto, mientras el colectivo aceleraba para escapar a las piedras y cohetes tierra-tierra con los que los habitantes de barrios adversos acostumbran recibir a estos vehículos). Una vez más me trae aquí el deber y placer de acercarles nuestro verdadero fútbol, el fútbol en que los habitantes del País Real se disputan día a día y sin escatimar sudor, sangre o disparos de armas de guerra, el pedazo de gloria que les corresponde por derecho. Sin más preámbulo les traigo otro apasionante derby de la Primera E: C.A. Finisterre vs. Deportados Unidos de Reynaldo Bignone.

Qué poco podría decir sobre la rivalidad entre estos dos clubes sin remontarme a la rivalidad entre los barrios de los que provienen. Algunos dicen que comenzó simplemente por la cercanía entre ellos: ni siquiera quienes han vivido toda su vida en alguno de estos dos barrios sabe delimitar con precisión donde comienza uno y termina el otro, lo cual lleva a que la elección de a qué barrio pertenecer queda a cargo de cada persona (¿no hace esta autodeterminación aún más apasionante la pica?). Otros señalan otras razones: ya desde su remoto surgimiento (fines del 2001), ambos barrios se disputan la posesión del récord de desarmaderos sobre metro cuadrado (censistas que trataron de zanjar la disputa mediante el simple conteo aún hoy alojan recuerdos de plomo en sus piernas, que los remiten a aquella proeza cada vez que intentan caminar). También se disputan el nacimiento del héroe local: Jorgito "Peludo" Sosa, que con sólo dos años recién cumplidos asaltó un camión blindado y huyó con el botín. Más allá de las polémicas, lo cierto es que, a pesar de que ambos barrios se fundan en fraternal abrazo que los confunde en uno solo, sus habitantes sólo imitan esta actitud cuando desean apuñalar la espina dorsal de su contraparte.

Sea como fuere, es lógico que la pica se haya trasladado, con los años, a los clubes máximos de ambos territorios. Ya antes de pasar al profesionalismo, ambos clubes se batían a duelo en la plaza que une ambos barrios. Cierto es que no habían camisetas y que la disciplina en la que se batían era bastante menos similar al fútbol que a la lucha grecorromana/cacería con armas largas; no por eso le haremos el juego a los cagatintas elitistas del Fútbol Argentino que, por el simple hecho de que ganara quién menos decesos y no goles sufría, quieren restar validez a esos encuentros. Ambos equipos, de cualquier manera, viven ahora en la realidad del Argentino E.

Finisterre ha mantenido sus cinco años en la categoría con decoro, con un promedio exacto de un punto. Sus 68 socios viven cada victoria de su plantel como una fiesta, cada empate como una vibrante travesía y cada derrota como una pequeña, pero no por eso menos destructiva, guerra civil (¿podemos culparlos por su pasión?). Cada día acuden a la cancha a honrar el sacrifico de los jugadores que, tras llegar cansados de sus trabajos diurnos o sus balaceras con la Federal, dejan el alma en el potrero para defender sus colores (que en algún momento fueron el bordó y el blanco, pero ahora el tiempo y las tarifas de las lavanderías han confundido en un apagado rosa). Este humilde cronista, que tiene a su cargo cubrir la campaña de esta escuadra, no puede ni quiere ocultar su simpatía ante los muchachones de Villa Randazzo.

Deportados Unidos cuenta con un derrotero (nunca la palabra ha sido tan correcta) similar en el Argentino E. Tras años de afianzarse en la categoría, luchando por cada pequeña conquista (primero una cancha, luego instalaciones sanitarias para la misma (una letrina), luego el cese a la imposición de la presencia de un cordón policial que rodeara la cancha para escoltar a los jugadores y aficionados de vuelta a sus respectivos penales al final del encuentro), y hoy suena fuerte para campeón de la categoría. Cierto es que hoy se disputa la primera fecha y que no hay absolutamente ninguna razón para conjeturar que este año será el año de Deportados, pero mi contrato me obliga a vertir una cantidad mínima reglamentaria de humo en cada nota.

Este encuentro carga con el agregado de que se decide quién pasa al frente en el historial: en 8 partidos disputados, el marcador da cero victorias para Finisterre, contra las cero de Deportados (cabe aclarar que ningún partido ha llegado a cumplir el tiempo reglamentario, casi siempre interrumpidas por la invasión de los hinchas en el campo de juego y la incineración de instalaciones y personas).

Todo nos conduce a éste momento: sentado en la tribuna (que nadie, y no los culpo, ha querido ocultar que está hecha de asientos de colectivo, al punto que una pared lateral descascarada arrancada del vehículo aún da sombra a los hinchas), me dispongo a observar este encuentro, que no promete sino emoción y fantasía.

Ya salen a la cancha los equipos: el primero es el local, Finisterre. El uso de la palabra "salir" me ha sido discutido por otros periodistas (pues en realidad no existe un vestuario de donde salir sino que los muchachos ingresan al terreno de juego saltando con cautela los alambrados que lo rodean), a lo que yo respondo ¿por qué negarle algo tan pequeño como un verbo a un equipo grande (no en socios, ni en instalaciones, ni en logros deportivos, lo admito; pero sí en corazón)? ¿Sólo por su humildad, por su falta de prensa, por su abnegada insistencia en un fútbol que muchos apartan por deslucido y falto de fantasía? No señores, no lo admito, no voy a permitir el atropello de la prensa elitista. Qué vengan y prueben el Fútbol Real. Forros. Repito entonces a voz en cuello: SALEN A LA CANCHA LOS EQUIPOS.

Los guerreros de Finisterre pisan su tierra santa y el sol de la tarde baña sus cicatrices, crestas y tatuajes (todos ellos tienen uno que representa simplemente cinco puntos, cuatro alrededor de uno: ¿será este dibujo, símil al de un dado, una complicada metáfora que alude al azar, inevitable condimento del fútbol?). Al frente el DT, Modesto Rocavanti, a cargo de la conducción técnica desde el paso del club al profesionalismo. Detrás de él, el resto del plantel: entre ellos vemos al portero Sosa pegarle un trago a una botella cortada antes de ingresar, al mítico defensor Castelo que se encuentra en su plenitud física y deportiva a pesar (¿o "con la ventaja"?) de sus 47 años, a"Pastrami" Filipo (famoso por ser capaz de pronunciar únicamente la palabra que da nombre a su apodo, tras haber frenado una bala calibre chico con el parietal en sus mocedades), a la joven promesa, el delantero Alberto De Lázzari, que se estrena en este encuentro con la la chapa de su apodo, "El Hombre Gol" (algún malintencionado da a entender que este mote se debe a la marca de coche en la que especializaba laburando en el desarmadero de su padre; a este cronista no le consta la veracidad de esta injuriosa calumnia) y, finalmente, la leyenda del Finisterre, capitán indiscutido y auténtico Hombre de Fútbol: el "Mago" Anguita.

Ahora sale a la cancha Deportados Unidos: este cronista no quiso, por más que pudo, conseguir la formación, pues los nombres son difusos hasta para los mismos jugadores (no olvidemos que la mayoría de ellos no poseen documentos o se niegan a revelar su identidad por temor a Inmigración). Conocemos, sí, dos grandes nombres: el Director Técnico, el "Tiburón" Cardozo (que sostiene con su colega Rocavanti una rivalidad que se remonta hasta tres generaciones atrás, cuando sus abuelos se trenzaron en una pelea a puñal limpio tras una discusión sobre si el primer single de Prince había sido "Soft and Wet" o "I Wanna Be Your Lover") y la más reciente adquisición del club, el delantero namibio Zsé-Zsé Gabor: un imponente morocho de dos metros once centímetros, generoso físico y nulo conocimiento del idioma. Recordemos que el Presidente del club logró comprar su pase a cambio de la revelación de las tecnologías de la Rueda y la Alfarería a la tribu de Gabor, indudablemente un gran trato (que generó además impensadas consecuencias políticas en África: la tribu de Gabor se defendió con carros llenos de vasijas ante el ataque de una tribu vecina y fue brutalmente masacrada).

La difícil tarea de arbitrar el encuentro corre a cargo del Comisario Renalde, sus asistentes son dos cabos que, como es costumbre en esta división, portan el uniforme y las armas reglamentarias. Los capitanes van hacia el medio, se saludan, eligen cara y ceca y el pito lanza al aire la moneda. Antes de terminar su vuelo y regresar a su palma, la moneda ya ha desaparecido: es común en esta división que, para agregar una cuota de merecimiento a la elección de lados, esta responsabilidad sea dada no a quien acierta sobre la moneda sino a quien puede arrebatarla primero. El "Mago" Anguita, haciendo gala de las destrezas que le costaran sucesivas condenas en el pasado, ha obtenido el cobre, y es galardonado con la elección. Elige el arco opuesto al que está emplazado a pocos centímetros de una profunda zanja: sabia elección que refleja su experiencia en la categoría. Todo está listo. ¡Arranca el partido!

1': Archimio, el jóven centro-half de Finisterre, saca del medio y juega hacia atrás con Castelo. Éste, condicionado por el entrenamiento de choques eléctricos que ha recibido en el Asilo de Arkham, cede ante su reflejo instintivo y revienta la pelota hacia el infinito. Saque de arco para Deportados. Comienzo impreciso.

5': Deportados tiene la primera chance. Un mediocampista malicia que el portero Sosa no se encuentra en su momento más lúcido (lo engancha in fraganti poniendole más Vittone a la botella cortada que ubica al costado del palo derecho) y remata desde la mitad de la cancha. Sosa, alarmado, se tira estirándose espectacularmente: esfuerzo malgastado pues la pelota se va, levemente desviada, a unos veinte o veinticinco metros del palo izquierdo.

13': Primera polémica. El juez de línea, el Cabo Garrido, pita offside cuando el joven De Lázzari se escapaba sólo para encarar al portero de Deportados tras una magistral asistencia-despeje por parte de Basilio "Navaja" Narvaja, pilar defensivo de Finisterre. El DT Rocavanti protesta que el delantero estaba en la misma línea y su contraparte Cardozo responde gritando "Vos sí que sabes de líneas". Rocavanti, herido en su orgullo de merquero discreto, se toma las partes bajas y responde a viva voz a su eterno rival haciendo referencia a un encuentro carnal pasado con la prima del mismo, con una frase de la que sólo puedo, por pudor, reproducir las últimas palabras: "...la zanja como una trinchera". Cardozo intenta abalanzarse sobre Rocavanti y el partido es detenido.

14': Los jugadores no se enteran de la detención del partido y prosiguen las acciones como si nada mientras vuelan golpes en los bancos. La joven promesa Zsé-Zsé Gabor corre una pelota por el lateral derecha cuarenta metros haciendo gala de una velocidad contra la que los jugadores de Finisterre no pueden hacer nada. Llegando al final de la cancha, cuando todos esperan el centro, el delantero sigue su marcha cruzando la línea y diez metros más lejos se arroja al suelo: Queda claro sólo entonces que estaba persiguiendo una liebre perdida que irrumpió en el campo de juego. Previo despellejarla, comerla y ponerse la piel en la cabeza a modo de elegante bonete, acto que es bien visto en su tribu natal, Gabor vuelve al terreno de juego. Cardozo le recrimina este error haciéndole saber a la vez de sus expectativas en cuanto al rendimiento y al juego con un casi cariñoso "NO, NEGRO DE MIERDA, NO!" (el monosílabo parece ser la única palabra que el africano entiende).

17': ¡GOL! DE FINISTERRE, VAMOS LA CONCHA DE LA LORA, VAAAAAAAAMOOOOS!!!! COMAN PIJA MANGA DE FORROS!!!! YOOOOO, SOY DEL FINI, ES UN SEN- Ehm. En una magistral jugada, el "Mago" Anguita aprovecha la distracción de un rival y tira un magistral caño que no se concreta, pero rebota en las piernas de tres jugadores y termina por obra del destino en las piernas del jóven De Lázzari, que saca un exquisito remate de zurda que se estrella sonoramente en el Travesaño (no en la parte del arco sino en el "Travesaño" Cogonza, mítico defensor de Deportados conocidos por su confusa identidad sexual) y entra al arco. La hinchada se funde en caluroso festejo y hace vibrar sus gargantas coreando el festejo de De Lázzari, que dedica el gol a su padre, que en paz descansa (es narcoléptico y ha caido en brazos de Morfeo en medio de la popular).

---CONTINUARÁ---

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